22 sept 2013

EL CUARTO QUE NO DEBE EXISTIR

(Del programa Radial Séptimo Día de FM Sudamericana – 26-08-2012)
En una ocasión, antes de dar inicio a mi sección diaria ‘Semillas para  el espíritu’, del programa ‘Muy buenos días’, me dijo  Mario el  presentador: Jaime, hay una niña discapacitada que vive con su tía en un tugurio, en  condiciones infrahumanas, y necesita una silla de ruedas’.

Ese día conté el caso de esta niña y hablé de la importancia del  servicio amoroso y de dar sin esperar retribución. Recuerdo haber dicho  enfáticamente que aquellas cosas inutilizadas tras seis meses ya no son  propias y, por lo tanto, deben darse a alguien que las necesite. Expliqué con claridad que los cuartos de trikes donde se guardan cobijas, herramientas, cuadros, bicicletas, coches de niños, juguetes,  etc., etc.., no deberían existir.

Al final de mi sección llamaron alrededor de 100 personas, 99 de las  cuales dijeron que también necesitaban silla de ruedas, y sólo una  señora ofreció una silla que podían pasar a recoger. Le dije que sería una buena idea que ella fuera con la silla al estudio  de televisión para que juntos se la entregáramos a la niña, que vivía  en el barrio Simón Bolívar.

La señora me respondió que confiaba en mí,  que no había problema en que recogieran la silla, y yo le comenté que  no era cuestión de confianza sino de sentir la satisfacción de  entregarla personalmente: ‘Yo quiero que usted me acompañe y  experimente el placer tan grande que es dar y la felicidad que se siente al servir.    Usted no tiene ni la menor idea de lo rico que es  ”experimentarlo”. Le expliqué entonces que una cosa es conocer a fondo  una manzana, su textura, su color y su forma, y otra meterle un buen  mordisco y experimentar su sabor.

Después de esto, ella accedió y nos fuimos al cerro del Ahorcado, en  Ciudad Bolívar, al que algunas veces la gente sube para colgarse de un  árbol debido a la desesperación. El alcantarillado iba por fuera y  rodaba por un canal enclavado en la pendiente.   Al sentir el frío y la  podredumbre del ambiente la señora quiso devolverse, pero finalmente  llegamos al cuarto oscuro y denso donde se encontraba aquella criatura de doce años.

Según nos contaron, los senos incipientes de la niña estaban totalmente estropeados por los callos y las llagas, pues llevaba gran parte de su  vida arrastrándose por el piso como una culebra. Al levantarla de la  cama sentí un olor peor que el de las alcantarillas. Entonces la  sentamos en la silla de ruedas y fuimos a dar una vuelta. En cuanto la  niña salió a la luz del sol y vio la montaña empezó a dar unas  risotadas exageradas. Por un momento creí que era retrasada mental,  pero lo que sucedía realmente era que nunca había salido a dar un paseo  y en pleno año 2009 no había visto un camión.

Continuamos nuestro paseo  hasta llegar a una esquina donde nos dijeron que preparaban un asado  muy rico y decidimos probar.   Mientras comíamos, la señora lloraba y  lloraba. Le pregunté entonces por qué lloraba tanto y me respondió:‘Jaime, usted no tiene la menor idea del motivo por el que estoy  llorando’. Le dije que, en efecto, ella debía sentirse feliz al hacer  tan buena obra por aquella niña.

Entonces me miró y me dijo con la voz entrecortada: ‘Lloro Jaime,  porque tuve esta silla de ruedas en el garaje de mi casa por más de ocho años. Lloro de pensar que esta niña se arrastró como una culebra  durante todos estos años, mientras esa silla se oxidaba y dañaba por  falta de uso. Ella nunca pudo dar un paseo como el que está dando ahora, lloro por las oportunidades que tuve para ayudar a otros y por  no haber hecho nada’.

¿Eres de esas personas que guardan todo, porque son "cosas que algún día pueden servir“…pero llevan años en el cuatro de los chucherías de tu casa? No acumules cosas que ya no necesitas, a otras personas les hacen falta… Esas muletas que usaste cuando te rompiste la pierna, ya no las necesitas, pero hay otras personas que sí las necesitan. Esas cobijas que ya no usas, las necesita aquel indigente que se muere de frío en invierno… Angie ¿Recuerdas esos pantalones que te pusiste una sola vez, porque viste que tu amiga tenía unos iguales...no pienses: ¡cómo los voy a regalar si están nuevecitos!... No se regala solo lo viejo e inservible, eso no tiene ningún mérito, cuando se da de corazón, se da lo que a ti te gustaría que te dieran si estuvieses necesitado(a). Desocupa hoy mismo tu cuarto de los triques y regala un poquito de felicidad a esos niños o personas mayores que están sufriendo carencias.

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