15 mar 2011

EL PAPA y EL RABINO


El Papa Juan Pablo II, en una sala de audiencias del Vaticano, recibe a una de las más altas autoridades religiosas del judaísmo: Meir Lan, el Gran Rabino del Estado de Israel.

La formal entrevista se lleva a cabo en un ambiente fraternal que da pie al relato anecdótico.

El religioso judío relata al Sumo Pontífice una historia ocurrida hace muchas décadas en un pueblo del norte de Europa. Le cuenta que, terminada la Segunda Guerra Mundial, una mujer católica se dirigió al párroco de su pueblo para hacerle una consulta. Ella y su marido tenían a su cuidado, desde el inicio de la guerra, a un pequeño judío que le habían encomendado sus padres poco antes de ser enviados a un campo de concentración. Los padres del niño, desaparecidos en el trágico infierno de la locura nazi, habían previsto para él un futuro en tierras de Israel. Soñaban con ello.

La mujer se encontraba ante un dilema y pedía al sacerdote católico un consejo: deseaba hacer realidad los sueños de los padres del niño y al mismo tiempo ansiaba quedárselo y bautizarlo. El párroco no dudó ni un instante y de inmediato sentenció: "Tu deber es respetar la voluntad de los padres"

El niño judío fue entonces enviado al naciente Estado de Israel, allí creció y se educó.

La historia resultaba muy interesante para Karol Wojtyla, pero pasó a ser realmente conmovedora cuando el Rabino añadió: "Usted, Eminencia, era ese párroco católico..."

"...y el niño huérfano, era yo..."

No hay comentarios:

Publicar un comentario