5 ago 2013

LAS 7 REGLAS DE PARACELSO

1.- Lo primero es mejorar la salud.
Respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmicamente, llenando  bien  los  pulmones,  al  aire  libre  o  asomado a una ventana. 
Beber diariamente  en  pequeños  sorbos,  dos  litros   de  agua.
Comer muchas frutas.
Masticar  los  alimentos  del  modo más perfecto posible
Evitar el  alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un  tratamiento.  
Bañarte  diariamente.

2.- Desterrar absolutamente de tu ánimo, por mas motivos que existan, pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.
Huir  como  de  la  peste  de  toda  ocasión  de tratar a personas maldicientes, viciosas,  ruines,  murmuradoras,  indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores  por  natural  bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman  la  base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de  importancia  decisiva: se  trata  de cambiar la espiritual contextura de tu alma.  Es  el  único  medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

3.- Haz todo el bien posible.
Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna   persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.

4.- Olvidar toda ofensa, mas aún: esfuérzate por pensar bien de tu enemigo.
Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablará así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir los  viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en si, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.

5.- Recógete media hora todos los días donde nadie pueda turbarte 
Siéntate lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y sin pensar en nada.
Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con  las  buenas  influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírse luminosas  ideas,  susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente  por una voz interior que te guiará en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon de que habla Sócrates.    

6.- Guarda absoluto silencio de todos tus asuntos personales.
Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aún de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. Por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. 

7.- Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el día de mañana.
Ten tu alma fuerte y limpia y todo saldrá bien. 
Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. 
Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a  ti mismo. 
El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas de los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre.  

Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, veras que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que obtienen gran riqueza,  cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas de las virtudes que se mencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha. Puede ser uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y nobles obras; pero la dicha más  duradera solo se consigue por otros caminos; allí donde nunca impera el egoísmo.

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